viernes, 18 de enero de 2008

¡Adiós Ana!

Para nadie es un secreto que el deporte mexicano siempre se ha manejado muy mal. Que se han favorecido siempre a los intereses de unos pocos, directivos, en vez de buscar la mejora del deporte. Alguna vez José Ramón Fernández publicó un libro que se llamaba ¿el futbol mexicano un juego sucio?, obviamente se llamaba así porque el único tema tratado era el futbol, sin embargo pudo haber hablado del deporte mexicano y usar el mismo título: ¿el deporte mexicano un juego sucio?

Me enoja mucho la actitud de cierta parte de la prensa que critica a Ana, diciendo que es una decisión que toma porque está en el ocaso de su carrera. Hace algunos días, apenas, Ana terminaba en cuarto lugar del mundial de atletismo. ¿Saben lo que significa eso? ¿Un cuarto lugar? ¿Eso es ocaso? ¿El futbol mexicano en el décimo tercer lugar qué es entonces? ¿Una burla? Ya quisiera yo ser el cuarto lugar mundial en lo que hago cuando este en la parte final de mi carrera. ¡Vaya tontería!

Carlos Hermosillo dice que esta decisión no la hubiera tomado Guevara hace cuatro años. Habrá que decirle al señor Hermosillo, al que le encanta el dinero, que por no ir a China, Ana perderá la oportunidad de ganar mucho dinero en becas y patrocinios.

Ana esta más allá del bien y del mal. Cualquier deportista en sus zapatos se hubiera quedado callado, e incluso, una vez retirado se podía dedicar a ser comentarista o dirigente, teniendo mucho menos méritos que ellos. Ahí tenemos el caso de Carlos Mercenario, Jesús Mena, Raúl González, Ernesto Canto o Julio César Chávez. A pesar de eso, ella decidió poner el dedo en la llaga, esa misma llaga que nos ha dolido a los mexicanos, no sólo en el deporte, por muchos años, y que pocas personas se atreven a poner el dedo.

El deporte mexicano ha sobrevivido a pesar del pésimo manejo de muchos directivos, empezando por Mario Vázquez Raña y terminando al día de hoy con la ineficiencia del siempre “tibio” Muñoz y Carlos Hermosillo.

Que el gran ejemplo de Ana no pase desapercibido como otros muchos ejemplos de otros notables paisanos. Lo que esta haciendo Ana tiene que ser un revulsivo para el deporte mexicano. Las personas sínicas y sin valores que manejan parte del deporte tienen que aprender un poco de dignidad y dar un paso a lado. Como esta pasando en el gobierno del país, en el deporte necesitamos sangre joven, personas preparadas y comprometidas con el desarrollo integral de sus disciplinas, y no los típicos dinosaurios que tanto daño le han hecho al país.

Ojala que las agallas y pantalones de Ana sirvan de ejemplo y sirvan para hacer los cambios necesarios. Muchas gracias Ana, como mexicano, por todos estos años que nos hiciste soñar, nos hiciste correr a lado tuyo, pero sobre todo, porque nos hiciste darnos cuenta de que si se podía, que los mexicanos podemos ser triunfadores, y sólo nos hace falta estar convencidos de nuestra capacidad.

Te extrañaremos Ana, pero estoy convencido que tu despedida no pasará desapercibida.

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